
JULIO CORTÁZAR

SOBREMESA ARGENTINA
LA RELACIÓN ENTRE JULIO CORTÁZAR Y BIOY CASARES A 100 AÑOS DE SUS NACIMIENTOS
- Me alcanzas el salero por favor, le pidió Bioy Casares a Julio Cortázar, con una sonrisa de cortesía.
Fue la primera vez que se conocieron y presentaron, en medio de un plato de ravioles, ambos sentados muy cerca, alrededor de una mesa adornada para el banquete que organizó la Cámara Argentina del Libro. Después de esa ocasión solo se volvieron a cruzar escuetamente dos veces, intercambiaron algunas cartas y Adolfo le obsequió "Crónicas de Bustos Domecq", libro que escribio junto a Borges. A pesar de eso, confesó años después Bioy, “sabíamos que éramos amigos”.
Cortázar dijo, “quisiera ser Bioy porque siempre lo admiré como escritor y lo estimé como persona”; Bioy, en correspondencia, "yo creo que es uno de los mejores escritores argentinos y con eso estoy diciendo que es uno de los mejores de la literatura universal”.
El autor de “La invención de Morel” agregó además en tono de intimidad sus semejanzas de personalidad con Cortázar: "Una de las cosas que más nos unía era el sentido lúdico, no nos tomarnos en serio para nada. Y ese es un secreto para la vida. Compartíamos con él una mirada escéptica en relación con el mundo, aunque un escepticismo esperanzado, no de rechazo".
Sobre esto Julio Cortázar respondió: "El humor de Bioy me gusta mucho porque, al igual que el humor de Borges, es de directa raíz anglosajona”. El mérito de él, agregó, es haber introducido este humor al lenguaje latinoamericano.
Los hermanó también una relación de nacionalidad. ARGENTINOS. Con mayúsculas, porque ambos fueron algunos de los mayores exponentes latinoamericanos en medio de una época donde la literatura de Latinoamérica cobraba real vigencia. De personalidades ceremoniosas, capaces de dar la bienvenida con una reverencia, tímidos- aunque no lo parecieran por estar rodeados de mujeres-, los dos, a pesar de poseer distintas posturas políticas; Cortázar de izquierda; Bioy, de derecha, compartieron rasgos mutuos. Hace casi cien años nacieron, su génesis está separada nada más que por 20 días.

Ambos fueron, además, cultivadores del relato fantástico y sobre eso su relación está signada por un dato curioso: escribieron el mismo cuento, o para ser más exactos, uno con similar argumento: “La puerta condenada” de Cortázar y “Un viaje o el mago inmortal” de Bioy. Los dos relatos suceden en Montevideo, sus protagonistas arriban por negocios, caminan y se alojan en similares hoteles y se desvelan por lo molestos ruidos que vienen de las habitaciones contiguas.
Sobre la coincidencia de argumentos, Bioy concluyó: "Fue una cosa extrañísima. Creo que Cortázar y yo lo sentimos como una prueba del destino, de que éramos amigos”.